La cultura y el Estado -no nos engañemos sobre esto- son rivales
FRIEDRICH
NIETZSCHE
Los espacios culturales son expresión del espíritu de la
comunidad. Dependen de un espíritu colectivo que encuentra medios materiales
para expresarse. Así la gastronomía, el lenguaje, el arte, el deporte o la
vivienda, son expresión de la relación del espíritu humano con su entorno.
De una manera especial, el espíritu colectivo se manifiesta
en los lugares de encuentro. La cultura encuentra manifestaciones más claras en
los lugares en los que los individuos pueden encontrarse y hacer comunidad. Por
eso, especialmente en la ciudad, deben favorecerse estos espacios, en los que
de forman los verdaderos vínculos y el llamado «tejido social». Es en la
convivencia donde encontramos la mejor expresión cultural.
Por esta razón parece inconcebible que en una ciudad que
necesita con urgencia crear vínculos comunitarios, que necesita reconstruir el
«tejido social» y encontrar medios adecuados para la expresión de su verdadero
espíritu colectivo, se hagan acciones que son directamente contrarias y
perjudiciales para este fin.
La desaparición de lugares de convivencia, de vinculación es
una herida profunda a cualquier ciudad, a cualquier grupo humano. Podemos decir
que es un asesinato, una mutilación cuando menos, del espíritu colectivo. Un
ataque contra la expresión cultural es un ataque contra quien expresa, sea un
individuo, un grupo o una ciudad.
Recientemente, el Ayuntamiento (sin H.) de Ciudad Juárez,
encabezado por el llamado «Teto» Murguía, ha realizado un par de acciones que
directamente dañan espacios de convivencia en la ciudad, que rompen espacios de
vinculación humana y de creación y expresión cultural. Uno, la propuesta para
derribar uno de los emblemas del centro histórico, el café «La nueva Central»;
que ha sido un espacio de convivencia durante varias décadas, que ha acumulado
historias, que ha presenciado la historia de la evolución de la ciudad.

La cultura, la expresión cultural, el arte, no lo entiende
el señor «Teto» como algo creado por el espíritu colectivo, sino como un bien
que le pertenece y al que debe tener acceso sólo aquel que pueda pagar un
permiso por expresarse. Pensar en la cultura como un bien accesible a unos
cuantos, o sentirse dueño de la expresión cultural no deja de ser expresión
cultural, pero es la expresión de un espíritu mezquino y empequeñecido.
La cultura es un bien colectivo, porque es la humanidad, la
comunidad la que lo elabora. La creación individual está inserta en un ambiente
comunitario. Por tanto, es algo que le pertenece a la comunidad. Especialmente
cuando se trata de espacios que favorecen la expresión cultural, el intercambio
de ideas y que fomentan la vinculación.
Tenemos, pues, como ciudadanos, como miembros de una
comunidad, la obligación de expresar nuestro espíritu, de favorecer los
espacios de vinculación e integración, de expresión e intercambio cultural.
Debemos realizar lo que nos corresponde, expresar nuestro espíritu mediante la
cultura en todas sus formas (arte, trabajo, deporte, religión, gastronomía, etc.),
para fortalecer el vínculo comunitario. Que la expresión cultural del espíritu
colectivo sea mayor que cualquier mente pequeña. Que nuestra cultura local no
sea movida por el dinero sino por la búsqueda de vínculos y la conquista de
espacios culturales…
Gracias a «Nueva Central» y a «Arte en el Parque»…